miércoles, 11 de agosto de 2010

Terciopelo

Sucumbo ante la noche, por aquellas grietas donde el diablo cosecha sus almas
y ladro los cánticos malditos del amor que profesa la muerte
y sigo contento
abatido por el dolor de no tenerte
muerto dentro del espejo que descubrió nuestra muerte
porque soy yo aquél que deslumbró las habitaciones del universo
ese trago amargo que desnuda la voluntad del adolescente cuando goza,
el remedio triste y longevo de los perfumes baratos en aquella orgía donde la Iglesia desnuda sus letras…
voy caminando por donde tu lo hiciste
hundiendo mis filosos huesos después del parto
acabando por completo el destello del humilde
masticando sus recuerdos
comiendo los senos de mi madre en el sexo de mi hermano
crucificando la histeria pletórica del poeta que finge su propia vida
carcomiendo la sangre que levanta templos y gemidos en la boca de la puta infame

incauto
perdedor sublime
artificio lúcido de tu sexo que clama por mi nombre
camino lúgubre por donde andan las estrellas que penetró el silencio,
cuerpo celestial que nada cambia…
todo hoy, todo siempre.

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