HISTÓRIA. La siguiente secuencialidad de textos, es un trabajo que realizó el autor de los mismos en una cantina de dudoso haber (el tugurio no tenía nombre, llamémosla así: la Cantina sin Nombre). Fue en la ciudad de Oaxaca, donde el 20 de Mayo del presente año, terminó bebiendo cerveza negra y unos tragos de mezcal, habiendo resultado lo que aquí se les presenta.
PERRA. Abre la puerta y camina hasta la barra. Le pregunta al cantinero dónde está. Él no sabe y se lo jura por su Madre. Ella, desesperada e incrédula, recorre la cantina entera nomás con la mirada. Mueve los ojos con impertinencia y tras el fallo de su búsqueda, suelta en llanto.
Eusebio, el despachador de cervezas, la toma del hombro y le dice:
- Lucrecia, pa´ qué lo buscas aquí, si hace un mes que te dejó para irse con la Josefina.
CERVEZA. La cerveza me relaja con la suavidad de un beso y con la furia del sexo. Es casi invisible su efecto (tan promiscuo que me aturde de a momento). Entiendo los espacios y los colores, en cantinas lúgubres y melancólicas, donde no habita mayor ruido que el del domingo…ese silencio ensordecedor que consume trago a trago la intención del momento; del acto propio de navegar sin alas, en barcos anchos y espesos como éste.
CANTINERA. ¿De qué madera están hechas las mesas de cantinas como ésta? Debe ser del árbol más fuerte o del más joven y aguantador, para soportar en cuatro patas la soledad de un borracho o el desamor del mundo entero, que sirve copa a copa, aquella mujer.
3 comentarios:
Me gusta cómo suena perra. Si lo pronuncio, arrastro la erre con más fuerza que de costumbre. Dentro de este relato me suena hasta musical.Me siento encantinada y encandilada. Candileja. Qué bueno que las mesas de algunas cantinas sean fuertes, yo sé de varias que se rompen y das con todo y jeta y nostalgias en el piso.
desde las cantinas se conoce el mundo mister, narrativa o poesía que importe un carajo como poesía misma, quizás como escritura, como testimonio-objeto, tal vez aqui como alguna vez los platicamos todo se reduzca al principio de los escribas y sea un poco como el infrarrealismo de Bolaño:
La cordura y la sensatez destruyen la imaginación del ser humano y lo reducen a un plano objetual en el que permanece cotidianamente reproduciendo una vida miserable; el individuo es aplastado por su propia impotencia y conformismo para hacer nada:
—los hambrientos dejan pasar el pan frente a sus narices;
—los artistas piensan que el arte se termina cuando los publican o exponen sus obras;
—los amantes se niegan a aventurarse buscando nuevas respuestas al amor;
—los “pensadores” se dedican todo el tiempo a buscar epítetos con los cuales denigrarar sus detractores
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